Se da por inaugurada la temporada piscinera y, con ella, las partidas de cartas al sol, las siestas a la sombra y los refrescantes remojos. Hasta ahí, todo suena de maravilla. Pero, lamentablemente, el pack también incluye otros aspectos no tan bienvenidos, como la rojez de ojos. Y no culpe al exceso de cloro. La verdadera causa que explica esta molestia son las cloraminas, un compuesto químico que se genera por la presencia de orina y sudor en el agua. «Las cloraminas se forman cuando el cloro libre reacciona con compuestos ricos en nitrógeno, y ocurre que orina y sudor son ricos en este elemento. De modo que, cuando el cloro libre entra en contacto con ellos, su producción se acelera», explica el investigador del Internet Interdisciplinary Institute (IN3), de la Universitat Oberta de Catalunya
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